Transparennto
Metió la dorada llavecilla de metal por de la ranura para abrir la puerta antes de girar la perilla. Prendió la lámpara de la sala, guiando su mirada hacia el teléfono sin recado alguno. No había recordatorios; ni de pasado ni de presente. Fue hacia la cocina, se sirvió una copa de moscatel sin hielo y quitándose las botas miró a través de la ventana las lucecillas de la ciudad dormida en madrugada.
Calma y soledad, soledad y cansancio para sus ojos abiertos que cargaban ya las pesadas ojeras perpetuas. Junto a la cama, un encendedor plateado con las iniciales de un imperio y un cigarrillo a medio fumar que aguardaba a ser culminado. Abrió la ventana de su dormitorio y escuchó los sonidos extraños del alboroto inocuo. Mirando la luna y el cielo sin estrellas; divagando palabras de locura hacia el mundo que no lo escuchaba.
Tomó la cobija que lo hacía invisible y en soledad se arropó para dormir. Esperando, como cada noche, que su fiel compañera terminara con la muerte del crepúsculo. Los ojos cerrados se negaban al surrealismo del libertinaje inconsciente. Así que guió sus retinas hacia el techo y contó cada una de las ranuras en la marquesina blanca. Lo hizo unos minutos, hasta que sintió alrededor de su espalda los brazos de lo que invisible aguarda.
La helada mano hizo que su cara girara hasta qus sus labios sus labios aprendieron a besar el silencio. Y sus manos aprendieron la textura de lo invisible. Mientras su olor era descubierto… su sabor, su voz…. Cada tacto y cada compañía en la habitación vacía; llena de fantasmas. Llena de invisibles presencias. Que lo hacían olvidar. Hacía siglos que no recordaba lo que era la verdadera soledad. O eso quería decirle a su acompañante invisible que le susurraba un “te amo”, haciéndolo creer cierta la infinitud de una pasión... Hasta que al fin si nadie mas en la habitación cerró los ojos y soñó.
La mañana despuntó temprano, él tomó un baño, y salió de casa corriendo como cada mañana. Esperando que este día la soledad por fin acabara…. Con esa idea entre los pensamientos atravesó la puerta y bajó las escaleras. Justo en la calle frente a su casa giró un poco encendió un cigarrillo y observó su ventana vacía; encontró en ella lo invisible….