El redhian.
La noche había entrado en lo profundo del mortal sueño. Me había enterado; mi amigo estaba capturado por la infelicidad de un pasado absurdo, que le seguía los pasos. Entrar no había sido fácil, la venganza mostraba al fin la dulzura que el alma espera con ahínco, así era; un guerrero jugando a ser niño. Sus pasos eran vigilados por el alma de la Dama sola, aquella que en algún tiempo tuvo por completo su atención y su cariño...
Los celos ha habían consumido, la alegria de verle vivo era poca para su sentir, la imprudente palpitación la hizo colocar de mala manera un extraño sonido que le costó su captura...
Cerca de ese lugar el guerrero preparaba el duelo; frente a frente él y su oponente, la lucha se daría en inmediatía, de pronto se abrió el gran portón de sonido ahogado de el salió un hombre del rival con ella al brazo.
El guerrero exclamó su nombre en voz cortada y dejó caer su brazo que empuñaba la espada con desepción innata. El rival soltó una carcajada de victoria que enervó el ansia del guerrero, quien dijo con fúrico tono: "Aquí me tienes, soy yo el que deseas dejala ir..." el repulsivo ser que la sostenía siguió ordenes en un lenguaje extraño dejandola ir. Él fué tomado por la espalda y obligado a entregar la espada.
Una vez más el encierro era la inminente conclusión de un arrebato de lágrimas por imprudencia, ella lloraba, se negaba a irse sin él...
Contestando él en voz demandante le ordenó salir de aquel lugar y no volver.Era una promesa de escapar.